martes, abril 17, 2007

Una mañana en la estacion de policia

Llegué a la comisaría y como era lógico había una larga fila de gente esperando para ser atendida. Saque número y me senté a esperar. Nunca es grato ir a una comisaría, menos si tenés que hacer una denuncia por robo del auto-estéreo y menos aún cuando te enteras que debes pagar 10$ a modo de bono “contribución” para que te sellen la denuncia.
¿De qué material está hecho el sello, de oro?
No, es un común sello de plástico.
En fin, llaman mí número y me presento a hablar con el oficial a cargo, un oficial raso que trabaja más como un autómata que como un ser consciente. El kit de la cuestión: el hombre me explica que no me puede tomar la denuncia y que me va a tener que secuestrar el auto para que se le realice un peritaje y así constatar que el mismo ha sido violentado, bla, bla, bla. Palabras… irritantes palabras en clave policial.
Además del asombro que me atrapó en aquel instante debería decir que la sensación fue de ira. En ese momento me levanté y le dije:
-Mire oficial, usted me toma la denuncia y se acabó.
Ante la réproba mirada del policía recapacité y saqué un argentinísimo y chanta recurso de victima y le supliqué:
-Ud. me tiene que entender (le sonreí), yo soy un ciudadano que paga sus impuestos. Además yo trabajo con el auto, (espere un segundo y remate) ¿vio?

Finalmente y después de extenderme en aquel discurso, el hombre cedió, 10$ mediante y me dio mi denuncia.

Yo recuerdo haber leído alguna vez en la puerta de un patrullero la frase “al servicio de la comunidad”. Debo decir en contra de aquel elocuente slogan que no creo que este sea un real servicio.

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